miércoles, 5 de febrero de 2020

EJERCICIOS DE DICCIÓN PARA ORATORIA 1

Intrucciones: copia e imprime. Pega los trabalenguas en tu cuaderno y llevalos a clase de oratoria para trabajar con ellos. 


REPETIR LECTURA DE TRABALENGUAS CON EL OBJETIVO DE MEJORAR LA MODULACIÓN (DICCIÓN), Y EL INCREMENTO DE VOLUMEN.


TRABALENGUAS. 10 Segundos aproximadamente
Pedro Pablo Pérez Pereyra, perito, pintor, pachuco y pedante, pinta paisajes preciosos, por precios proporcionales para poder pagar pasaje para Paris, pasando por Portugal.

Si su gusto gustara del gusto que gusta mi gusto, mi gusto gustaría del gusto que gusta su gusto. Pero como su gusto no gusta del gusto que gusta mi gusto, mi gusto no gusta del gusto que gusta del gusto de usted.

Pájara pinta peluda periquipanzuda. ¿Por qué tienes a tus pájaros pintos peludos periquipanzudos? “Porque yo soy pájara pinta peluda periquipanzuda, por eso tengo a mis pájaros  pintos peludos periquipanzudos

Tras tres tragos y otro tres, y otros tres tras los tres tragos, trago y trago son estragos, travesuras de entremés, trapola,  tramo y tragón, treinta y tres tragos de ron, tras trozos de trucha extremo, en un tris los truene el trueno.

TRABALENGUAS. 5 Segundo aproximadamente.
Accesos sexosos,
penosos sucesos, 
expertos piadosos, 
espacios convexos.

Tres tristes tigres 

tragaban trigo 
en tres tristes trastos

sentados tras un trigal. 

Sentados tras un trigal,

en tres tristes trastos 
tragaban trigo 

tres tristes tigres.

Rueda la rajada rueda, 
rudamente rauda, 
rápida rauda rueda, 
ruda rauda, rauda rueda, 
rápidamente rueda la rajada rueda.

Capítulo 68.  

Apenas él le amalaba el noema, a ella se le agolpaba el clémiso y caían en hidromurias, en salvajes ambonios, en sustalos exasperantes. Cada vez que él procuraba relamar las incopelusas, se enredaba en un grimado quejumbroso y tenía que envulsionarse de cara al nóvalo, sintiendo cómo poco a poco las arnillas se espejunaban, se iban apeltronando, reduplimiendo, hasta quedar tendido como el trimalciato de ergomanina al que se le han dejado caer unas fílulas de cariaconcia. Y sin embargo era apenas el principio, porque en un momento dado ella se tordulaba los hurgalios, consintiendo en que él aproximara suavemente su orfelunios. Apenas se entreplumaban, algo como un ulucordio los encrestoriaba, los extrayuxtaba y paramovía, de pronto era el clinón, las esterfurosa convulcante de las mátricas, la jadehollante embocapluvia del orgumio, los esproemios del merpasmo en una sobrehumítica agopausa. ¡Evohé! ¡Evohé! Volposados en la cresta del murelio, se sentía balparamar, perlinos y márulos. Temblaba el troc, se vencían las marioplumas, y todo se resolviraba en un profundo pínice, en niolamas de argutendidas gasas, en carinias casi crueles que los ordopenaban hasta el límite de las gunfias.
                          Julio Cortázar, Rayuela.