Carece
de biografía, a menos que se acepte la identidad con nombre y foto
difundida por el gobierno mexicano en febrero de 1995, o que se
considere como tal el conjunto de sus actuaciones y declaraciones desde
el 1 de enero de 1994.
Plaza queretana, marzo 1 de 2001
Hermanos
y hermanas indígenas de Querétaro, hermanos y hermanas de la sociedad
civil queretana, hermanos y hermanas de la sociedad civil nacional e
internacional que acompañan esta caravana. Queremos agradecerles el que
nos hayan esperado todo este tiempo y que nos reciban en su digno
cielo. Voy a tratar de no extenderme mucho porque ya saben que al rato
van a venir por nosotros para fusilarnos en el Cerro de las Campanas. Y
precisamente empezaremos por darle, completamente gratis, una lección
de historia al autodenominado “gobernador” de Querétaro, Ignacio el
“firulais” Loyola, primo hermano de aquel “croquetas” Albores.
Hace
mucho tiempo, cuando corrían los años de la intervención francesa y el
pueblo mexicano estaba en plena ofensiva contra el gobierno
conservador de Maximiliano de Habsburgo, el emperador se vio obligado a
abandonar la Ciudad de México y buscó refugio en algún lugar que
controlaran las fuerzas conservadoras. El gobierno de Querétaro estaba
en manos entonces, como ahora, de una persona reaccionaria y ahí se fue
a refugiar el emperador Maximiliano. El ejército juarista atacó la
plaza, iniciando el sitio de Querétaro un día como hoy, pero de 1867.
El 15 de mayo, Maximiliano entregó su espada en señal de rendición y
fue fusilado en el Cerro de las Campanas el día 19 de junio de 1867.
Entonces,
si el “firulais” Loyola supiera la historia del estado que dice
gobernar, se daría cuenta que fue un gobierno conservador, como el suyo,
el que fue derrotado por un ejército patriota, como el nuestro, y
quienes terminaron fusilados en el Cerro de las Campanas fueron los
conservadores -como él- y no los patriotas -como nosotros-. Así que si
vamos a traer a cuenta la historia nacional, himno incluido, pues vamos a
hacerlo bien y a obrar en consecuencia. Si no, pues que el “firulais”
Loyola se lleve su hueso a roer a otro lado. Por nuestra parte,
agradecemos profundamente la labor de propaganda de esta marcha que el
“firulais” Loyola, con su soberbia estupidez, ha realizado. Sin sus
ladridos, muchos ni se hubieran enterado que nuestra marcha iba a pasar
por Querétaro. De hecho, él fue el que nos hizo irresistible nuestro
paso por estas tierras, aunque la Secretaría Estatal de Turismo sólo
promueva sus paredones y no otras cosas buenas que hay en Querétaro.
Para no ir más lejos, la gente digna que lo vive: ustedes, los
queretanos.
Como
quiera, el tolerante gobernador de Querétaro logró lo que ni siquiera
habíamos pensado antes: venir a Querétaro. Estamos tan contentos que
hasta le traemos un hueso de regalo, es un hueso pintado en un papel
porque de por sí él es gobernador en el papel. Aquí se lo dejamos
porque, como ya nos van a fusilar, pues no podremos dárselo
personalmente. Según sabemos, él no está dispuesto a dirigir el pelotón
de fusilamiento porque no está seguro de si le vayan a disparar a él en
lugar de a nosotros.
Nota:
Cuando el comandante Tacho leyó esta parte me aclaró, “¿cuál
nosotros?, si dijo que sólo te iban a fusilar a ti”. Yo le dije: “pos
no que el pensamiento colectivo y no sé cuánto”. Así comenzó una de
nuestras gustadas sesiones de “crítica y autocrítica” que sólo se
interrumpió cuando llegó a visitarnos al tephé, Hidalgo, ¡un vendedor
de seguros de vida! Aunque la póliza cubría el rubro “fusilamientos
ordenados por idiotas”, tuvimos que pedir prestado en el banco y ahora,
además de que nos quieren fusilar, también nos quieren embargar hasta
las botas. Porque dicen los banqueros que no les gustan las botas que
usamos nosotros. Que son otro tipo de botas las que les encantan. Fin
de la nota.
Como
quiera, si no le da tiempo hoy, podrá intentar de nuevo dentro de
pocos días, porque sabemos que existe la intención, entre miembros del
Congreso de la Unión, de dialogar con la delegación zapatista en la
que fue la cuna de nuestra actual Constitución. Por cierto, a ver si
alguien le avisa al “firulais” Loyola que es Querétaro la cuna de la
Constitución que nos rige. Esto no obsta para que conste que, aunque
estemos muy fusilados, dialogaremos con el Congreso de la Unión para
obtener el reconocimiento constitucional de los derechos y la cultura
indígenas.
Bueno,
hermanos y hermanas, tenemos que apurarnos porque ya se sabe que si a
algo tenemos miedo los zapatistas es a la muerte, por eso es que
escogimos la profesión de guerreros, en lugar de la de gobernadores
estatales. Aprovechamos que aún no nos han fusilado para mandarles decir
a nuestros hermanos zapatistas presos en la cárcel queretana, Sergio
Jerónimo Sánchez y Anselmo Pérez Robles, que no estén tristes, que
pronto saldrán libres y que su lugar en la cárcel será ocupado por
quienes ahora gobiernan sin siquiera conocer la historia de su entidad
federativa.
Además
de por la amable invitación del “firulais” Loyola, llegamos hasta acá
para decirles a Sergio Jerónimo Sánchez y a Anselmo Pérez Robles una
cosa que nos enseñó a decir gente como la de la digna y combativa
sociedad civil queretana: ¡no están solos! Su libertad ya no es sólo una
demanda nuestra, la han hecho suya cientos de miles de mexicanos con
los que nos hemos encontrado en estos días y es seguro la harán suya los
millones que ahora iremos encontrando a nuestro paso en la marcha a la
capital del país.
Sergio
y Anselmo, de sus familias, amigos, compañeros de trabajo y de lucha
y, en general, del pueblo de Querétaro, no se preocupen. Aquí frente
mío está un buen tanto de ellos y ellas. Yo los veo bien. Bueno, en
realidad lo único malo que les veo es el gobernador. Y es que no sabe
él que la jícara de paciencia de la gente no lleva más afrentas que las
que señalan sus corazones. Las demás afrentas se derraman y se
convierten en rebelión.
En
vista de lo anterior, yo, el sup, declaro que, en pleno uso de mis
facultades suicidas y en vísperas de ser fusilado en Querétaro, más
precisamente en el Cerro de las Campanas, por un imbécil que no conoce
ni el Himno Nacional ni la Constitución Mexicana, veo que la jícara ya
se derramó en éste y en otros estados del país y no digo más nombres
porque todavía nos faltan seis estados por recorrer. Digo, eso si es que
el fusilamiento no nos quebranta un poco la salud o nos poncha la
llanta del camión.
Otra
nota: Dicen los barzonistas que no le aunque, porque ellos van a ir a
la marcha con tractores. Yo les dije que por qué no llevaban también
una yunta. Con el de Querétaro y algún otro gobernador, completan el
par que se necesita. Aunque pensándolo bien, en ese papel, el
gobernador de Querétaro vale por dos. Fin de la otra nota.
El
pueblo de Querétaro no tiene por qué temer nada de los zapatistas.
Venimos en son de paz para llamarlos a que luchen junto a nosotros por
el reconocimiento constitucional de los derechos y la cultura indígenas.
Tampoco el gobernador Loyola tiene por qué temernos. Lo único que debe
temer es el juicio de la historia y del pueblo de Querétaro. En ambos
saldrá culpable.
Hermanos
y hermanas: Sí, yo también creo que ya me estoy pasando de tueste,
pero que conste que nosotros no empezamos. Nosotros estábamos muy
tranquilos allá en la selva, disfrutando de la seguridad que nos
proporcionan 70 mil soldados que están cuidando la integridad nacional
con labores tales como el corte de pelo y el usar como burdel las casas
de los indígenas tojolobales y zapatistas de Guadalupe Tepeyac,
mientras éstos continúan en el exilio. Estábamos muy tranquilos porque
ya habíamos encontrado el camino más rápido y seguro para llegar a la
Ciudad de México, para dialogar con el Congreso de la Unión, y obtener
así el reconocimiento constitucional de los derechos y la cultura
indígenas. Porque resulta que, después de revisar muy bien los mapas,
llegamos a la conclusión de que el camino más rápido y seguro, es más,
el único camino era y es el que pasa por el corazón de la gente.
Hermanos
y hermanas: Ahora que me acuerdo, según me dijeron los comandantes
David, Tacho y Zebedeo, a mí me tocaba hablar aquí en Querétaro de las
tres señales que demandamos para el diálogo con Fox, y de lo que enseñan
nuestros más antiguos sobre el camino para llegar a la verdad. Así que
sale pues, las tres señales son: libertad de todos los presos
políticos zapatistas en Chiapas, Tabasco y Querétaro; el reconocimiento
constitucional de los derechos y la cultura indígenas y el retiro de
las posiciones militares del ejército federal en la garrucha, Río
Euseba y Guadalupe Tepeyac.
De
lo otro, pues un gran sabio y jefe maya llamado Jacinto Canek, nos
enseñó que, además del conocimiento, la emoción, es decir, el
sentimiento, es también una manera de penetrar en la verdad de las
cosas. Y que la ironía es también camino para que el otro aprenda esa
verdad. Bueno, esto último no lo dijo Canek, a decir verdad, lo digo yo.
Pero no me hagan mucho caso porque siempre me pongo así en las
vísperas de mi fusilamiento. Ya me ha pasado antes, así que quédense
con lo que sí enseñaron nuestros antepasados indígenas. A veces también
con el corazón se conoce y no sólo con el pensamiento, y hay veces en
que el conocimiento sólo es posible con el corazón. Bueno, esto último
tampoco lo dijeron nuestros antepasados indígenas, pero me “cai” que lo
debieran haber dicho.
Y
los compañeros delegados no me dijeron que dijera lo que sigue, pero
al igual que yo, lo sienten: ¡Gracias Querétaro! Nos vemos en el Cerro
de las Campanas, perdón, nos vemos en la Ciudad de México. ¡Democracia,
libertad, justicia! Desde Querétaro, Querétaro, Comité Clandestino
Revolucionario Indígena, Comandancia General del Ejército Zapatista de
Liberación Nacional. México, marzo de 2001.
AGRADECIEMENTO ESPECIAL A WALDO FABIÁN GONZÁLEZ